sexta-feira, 20 de junho de 2008

El Vaso Sagrado

Patricia May

Ser ecológico es mucho más que reciclar la basura o apagar las luces; más que bajar la contaminación porque tenemos miedo a las consecuencias del calentamiento global. Ser ecológico es expandir la conciencia más allá de nuestro ombligo, de nuestros deseos o intereses y ver la trama de relaciones que nos une a todo ser y esa totalidad mayor planetaria y cósmica en que existimos.
Ser ecológico es vibrar en resonancia con esa gran entidad viviente que es la tierra, cuyos huesos son los minerales, rocas y piedras, cuya columna son las cordilleras, cuyas venas y arterias son los ríos, cuya sangre y energía vital son los mares, cuyo sistema biológico son todos los seres vivos, en cuya mente vibran los pensamientos humanos, en cuya gran alma resplandecen nuestras almas; ser ecológico es despertar a ver que la vida personal encuentra su sentido en cuanto sirve, aporta, da a ese todo mayor en que existe.
Ser ecológico es saber que ese todo viviente en que existimos tiene sus ritmos, ciclos, inteligencia y propósito, es aprender a escucharlos, respetarlos y sintonizar con ellos, rindiendo la pequeña conveniencia egocéntrica a esa sabiduría mayor de la totalidad viviente.
Ser ecológico no se fundamenta en tener miedo a lo que pueda ocurrir con el clima, o a la falta de agua, sino que en los lazos de amor que me unen a todo; es respetar, agradecer y honrar a todo ser, sabiendo que en el aire que respiro están los árboles del mundo, y en el alimento que me nutre está la persona que lo sembró y la tierra que lo acunó y las lluvias que lo regaron, y que es este fino equilibrio que se da entre las existencias lo que nos permite cohabitar en nuestro hogar terrestre.
Ser ecológico es vivir la vida sabiendo que todos los seres están entrelazados, que todo afecta a todo, que mis actos, pensamientos y actitudes movilizan al medio, que cada día co–creamos la realidad, que todos somos responsables del mundo.
Es vivir viendo que lo que hago a otro se lo hago a todos; que lo que me hago a mí, se lo hago a los demás; que la vida es un "vaso sagrado", como dice Lao Tsé, de una delicadeza tal que hasta el más leve gesto cambia el estado de la totalidad.
Así como la idea es cuidar la calidad del aire, la pureza de las aguas, la contaminación de la tierra, asimismo la ecología integral pasa por trabajar el estado personal, la depuración de pensamientos y sentimientos: la crítica, la soberbia, la ambición desmedida, la ansiedad, la envidia, la rigidez contaminan los lazos entre las personas, los ambientes laborales, familiares y sociales, generando una gran nube mental oscura sobre nuestro planeta.
Pensamientos amables, empáticos, comprensivos, creativos, generan acciones bondadosas, respetuosas y positivas, y la ecología surge como un resultado natural.
Vivir desde el amor; lo demás se da por añadidura.